Cada viaje que hacemos aquí es una aventura. Nunca sabemos exactamente cuándo vamos a volver, ni adónde vamos a dormir. Pero con cada viaje nos acercamos un poquito más a este país, a su gente y a sus costumbres, a su realidad.
Este fin de semana, además de visitar Sucre, fuimos a Potosí. Aprovechamos las noches para hacer los largos
Potosí es una de las ciudades más altas del mundo. Algo más de 4.000 metros sobre el nivel del mar. Lo primero que nos recibe al bajarnos del autobús es un frío helador, que combatimos con un rico desayuno caliente en una habitación que se hace llamar bar y con un encantador camarero que no duda en aconsejarnos y en facilitarnos nuestra estancia en Potosí.
Potosí es una ciudad minera; pero como nos dice la guía que nos conduce hacia las minas, el mineral puro está casi agotado. Las condiciones de trabajo de los mineros son muy malas. Trabajan muchas horas seguidas, y su media de edad está en 45 años debido al polvo que respiran durante toda su vida. Cobran por producción y no por horas.
Vemos a varios mineros trabajando: su voz está cascada, también lo está su piel. El obrero más viejo de la mina tiene 40 años pero aparenta 60 y a penas le entendemos cuando habla. Nos visten con botas, trajes y cascos especiales, pero los mineros sólo llevan el casco. Hay tramos peligrosos, hay grandes agujeros y hay que caminar por troncos estrechos. Bajamos un pequeño precipicio escalando. Pero, a pesar de que impresiona, las medidas de seguridad para nosotros están bien: nos cuida Ismael, un minero de 18 años que lleva cinco trabajando en la mina. Nos ayuda a bajar y se coloca en la pared como si fuera Spiderman.
Por recomendación de la guía, nosotros les llevamos dinamita, bebidas y coca. Las hojas de coca son las que les permiten estar tanto tiempo bajo tierra.
Visitamos al Tío y a
Después de menos de dos horas, salimos de la mina. Ha sido poco tiempo, pero ya tenemos ganas de ver el sol…
La sensación que tengo después de esta bajada a las minas es rara. Es necesario conocerlo, pero no dejo de pensar que estamos haciendo turismo con algo así… Estamos pagando por ver su infierno, nos hacemos fotos en su infierno… Lo que para nosotros es una aventura, para ellos es su dura realidad cotidiana que les va a llevar a la muerte demasiado pronto.