jueves, 4 de septiembre de 2008

Tamayo,14 horas.


Al mediodía me reconvierto en una pieza de Tetris para viajar en moto, que aquí se llaman moto conchos. Mujeres con falda sentadas de lado y con un paraguas del brazo, cuatro personas subidas (una de ellas con silla), el Che como conductor, a veces con chanclas, otras con zapatos, en versión mixta o unisex (el segundo que me mira raro al verme escribiendo, y éste iba con machete…)

Pasa un bus para Santo Domingo y siento el impulso de subir y escaparme de la excesiva tranquilidad de Tamayo. Me quedo sentada mirándolo, junto a un chico que tiene un cinco pegado en el faro de su moto concho. Una chica espera bajo el BanReservas con su camiseta roja de diva mientras pasa una furgoneta cargada de bidones de agua. Una mujer con traje choca la mano de los dos hombres que están a mi izquierda, y me quedo con ganas de estirarla el brazo. Chicas y chicos con uniforme, comercial Suaca, un bus rumbo a quién sabe dónde, ruido, mucho mucho ruido (como en la canción de Sabina), niñas con cinturones de mariposa con purpurina, redes en el cabello, otra silla azul como viajera.

El Colmado Almacén Yasmin oferta refrescos de nombres imposibles que nadie compra mientras un descolorido cartel de Leonel nos sonríe estúpidamente con un rostro azulado. Un perro sin dueño camina sin prisa rumbo al rótulo semioculto de una Farmacia. Llega un coche viejísimo con música salsera mientras otra moto gana el reto al más difícil todavía al transportar a un padre con sus dos hijos y un listón de al menos tres metros de longitud. Un viejo periódico anuncia que según un estudio los dominicanos y venezolanos han dominado las suspensiones por dopaje…

Laura

1 comentario:

MPA dijo...

Ay! Dios mío! Miija! (Lease con acento dominicano).
Tan cerca y tan lejos! Me gustaría que algún día cogieras ese autobús y vinieras a vernos, pero parece increible que algo tan sencillo se me haga tan complicado.

Besos Laura. Desde aquí uno de mis angelitos de la guarda te cuida.